La historia no es mia!

La historia no es mía, ocurre en una tienda en Eslovaquia; el dueño es un hombre joven, viste con una chamarra y en la camiseta, se lee Dios..., juega con un bate de beisbol, mientras ve el programa de deportes en su pequeño televisor; entra un cliente, un hombre de unos cuarenta y pico de años, compra algo, va a la caja, y nota que hay una bandera de Estados Unidos y pregunta: “¿Qué hace una bandera de USA en Eslovaquia?”; el hombre joven responde, “me gusta el beisbol”; el hombre mayor dice, “vivo en USA, estoy visitando a mi madre quien es Eslovaca, cuando vaya a EUA me visita, mi nombre es ... y vivo en ...; y a propósito me gusta su camiseta”; el hombre joven entonces la muestra completa: ¡Dios ha muerto! Nietzsche y le dice “Usted habla muy bien eslovaco”; el hombre mayor dice, “creo que me equivocado con Usted, nadie puede tener un mensaje como este y una bandera "americana" a la vez, Dios y la libertad van juntos, ¡le exijo quite la bandera!, esta ofendiendo al pueblo americano”; el hombre joven responde: “¡Usted es un intolerante, esta es mi tienda y pongo lo que yo quiero, en Afganistán a las personas como usted le llaman talibanes!”; el hombre mayor airado: “!la semana pasada mataron a mi hermano en Afganistán, Usted no me puede llamar Talibán!”; el hombre joven: “usted no es el único que sufre en el mundo, la semana pasada murió mi perro”; el hombre mayor furioso saca un arma y le apunta a la cara: “me sigue ofendiendo, me llama talibán y compara a mi hermano con un perro, ¡quite esa bandera ahora mismo!; el hombre joven asustado empieza a quitar la bandera cuando otro cliente ingresa a la tienda y al ver al hombre armado levanta las manos; el hombre mayor se vuelve: “esto no es un asalto, baje las manos y haga sus compras normalmente, solo estoy discutiendo con este hombre”; el hombre joven aprovecha la circunstancia, toma el bate con rapidez y golpea al hombre armado en la cabeza, quien cae al suelo, sangrando, inconsciente; sale del mostrador, examina al hombre viejo y llama por teléfono “envíen una ambulancia, hay un hombre herido, mi nombre es …, mi dirección es …”. Sale a esperar la ambulancia, se quita la chamarra y se lee al reverso de la camiseta: ¡Nietzsche ha muerto!: Dios.
La historia no es mía, pero se repite cada día, en Nicaragua, Eslovaquia o Estados Unidos de América, cuantos hechos trágicos podemos evitar, con una mejor comunicación, una mayor tolerancia, hemos convertido al planeta azul en una batalla contra nosotros mismos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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