Día Mundial de la Salud Mental: una reflexión acerca del papel de la familia y el cuidador.

Hoy 10 de octubre, la Organización Mundial de la Salud, celebra el día de la Salud Mental, para incrementar la conciencia pública sobre los problemas en las personas y familias donde existen patologías mentales, que afectan a uno de cada cuatro individuos y explica cerca del 40% de las enfermedades crónicas y discapacidad en el ámbito global.

Las enfermedades mentales consignadas en la clasificación internacional de enfermedades (CIE) y el llamado DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) constituyen más de 400 entidades clínicas, que comprenden desde la discapacidad intelectual hasta la esquizofrenia, pasando por las adicciones, depresión, ansiedad, bipolaridad, conducta suicida, estrés, fobias, disfunciones sexuales, trastornos de sueño y alimentación entre otros.

A pesar de los avances científicos y tecnológicos, la enfermedad mental sigue llena de mitos y distorsiones, lo que provoca que muchas veces la familia abandone al enfermo mental, la sociedad lo discrimine,  el presupuesto público destinado a su abordaje resulte insuficiente y la atención sea de baja calidad.

En Nicaragua existe un Hospital Psicosocial y diversos CAPS (centros de atención psicosocial) que son desbordados, ya que la demanda de atención supera en gran medida la oferta de servicios y el presupuesto existente.

Hoy en día se dispone de estrategias como el “hospital de día”, donde el enfermo mental desarrolla habilidades y destrezas para tener una vida útil y productiva; existen diversas terapias para incluir al paciente en la vida socio laboral y si la familia mantiene la asistencia regular a la unidad de salud y cumple las indicaciones sanitarias, existe una mayor probabilidad de evitar recaídas y descompensaciones, y que la persona viva su patología mental de forma ambulatoria, con una calidad de vida similar a la de otras enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión.

Por ello y por la necesidad de un abordaje integral, hoy más que nunca se hace necesario la participación activa de la familia, para incorporar al enfermo mental en la dinámica y vida social del subsistema familiar, para brindar el cariño, supervisión, alimentación, asistencia a citas, uso adecuado del medicamento y respeto, que necesita la persona con una patología mental.

La familia sigue siendo un elemento central en la estabilidad y recuperación del enfermo mental, al brindar un sentido de pertenencia, incorporar al individuo en rituales y estilos de vida, disminuir la percepción de soledad y abandono: la familia debería proporcionar la dimensión afectiva y espiritual que no puede proporcionar la institución sanitaria.

Aunque contáramos con tecnología de punta, fármacos de última generación e instalaciones modernas y dignas, nada sustituye el papel del cuidador y la familia, para no solamente “dejar vivir tranquilo” al enfermo, sino y ante todo hacerlo sentir un ser humano, como todos, que tiene derecho a ser atendido con calidad y calidez, y es parte de una familia, donde debe seguir siendo integrado e incluido en un ambiente de solidaridad, espiritualidad, amor y aceptación.

Que Dios bendiga a los familiares y cuidadores que cumplen con una actitud humanista, afectuosa, respetuosa y comprensiva, la atención al enfermo mental. Ya lo dicen los santos y sabios: lo que hagas, hazlo con amor, premisa sobre todo valida con niños, ancianos y enfermos mentales.

 

 

 

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