30 de mayo= Día de la Madre en Nicaragua



Tengo la certeza que ser Madre es una vocación, al igual que la paternidad. Y que no bastan los atributos biológicos (producir óvulos, poseer útero y un fisiológico gradiente hormonal) para ello.

Ser madre es una vocación, una actitud ante la vida, un don que Dios concedió únicamente a las mujeres: fecundar, crear vida y llevarla en su vientre por 42 semanas, amamantar, cuidar al bebe, pero sobre todo mostrarle con su ejemplo, el mundo del amor. Aprendemos a amar con nuestras madres.

El mandamiento dice Honra a Padre y Madre, un mandamiento con promesa. Y Dios lo ha tenido muy claro, al regalarnos a La Virgen como la madre de Jesús y nuestra madre, la Purísima, la mujer llena de gracia y virtudes, el modelo de madre y mujer a seguir.

 Cuantas bendiciones lleva a una familia una Madre que ha sabido llevar esta gracia, cuántos hijos crecen con el amor en su corazón, porque han tenido una madre que ha sabido mostrarles con su testimonio de vida que es posible dar Vida y vida en abundancia, sobre todo cuando han ensenado a sus hijos a rezar, los han llevado a la iglesia, y les han mostrado el don de piedad y la espiritualidad del agradecimiento. El que ama, agradece.

Hoy en día, doy gracias a Dios por mi madre, D Thelma, mama adolescente quien supo asumir con fortaleza su rol de madre y criar a sus 6 hijos como papa y mama, en medio de la pobreza material de la época. Jamás falto el pan en nuestra mesa, pero sobre jamás estuvo ausente Dios, aprendimos a invocarle y agradecerle desde muy pequeños.

Cuando todos los hijos hemos crecido y en la familia hay nietos y algunos biznietos, aún tengo el privilegio de tener a mi madre con vida y la hermosa oportunidad de honrarla en vida.

Doy gracias a Dios por todas las madres del mundo, y oro por aquellas que se les dificulta este hermoso oficio, para que tengan ese encuentro personal con Cristo y puedan experimentar el gozo de María que dijo SI, a la maternidad y a la Salvación.
Gracias Mama, por darme la vida, por cuidarme en mis enfermedades, por enviarme limpio a la escuela, por ensenarme el maravilloso mundo de la lectura, gracias por tu sabiduría y sobre todo por el don de Piedad, el santo amor y temor de Dios. Gracias, bendita seas, hoy y siempre.

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