El privilegio de ser padre.



Hace poco en mi país, fue el Día del Padre, un momento o un pretexto para conversar un poco sobre este tema, el de la responsabilidad, el compromiso y el privilegio de ser padre.
Escuchamos y observamos cada día muchas historias y poco a poco nos convencemos de que en nuestras manos y en nuestras decisiones podemos como el Doctor Frankenstein o como los dioses, crear monstruos o seres humanos, crear ángeles o demonios. Lograr que que ese haz de luces y sombras que todos somos, de lugar a hombres y mujeres felices, saludables, capaces de ser y hacer de este mundo un mejor lugar del que ya es.
Estoy convencido de que deberíamos ser padres después de cierta edad, al haber terminado nuestra carrera o profesión, tengamos determinada estabilidad económica y personal, y hayamos disfrutado un poco el placer del sexo y de la vida, para que nuestro hijo o hija, no compita con noches de placer o de fiesta.
Creo que no todos los seres humanos tenemos los genes y la motivación para ser padres, no todos compartimos el amor por los hijos y no tenemos la actitud para ello.
Un hijo necesita estabilidad y sobre todo amor, y no todos podemos o queremos ofrecer esto a nuestros pequeños, ellos compiten con el trabajo, con los amigos, con el estadio, con nuestra incapacidad para amar, con nuestras frustraciones y con nuestras expectativas.
Dice el Eclesiastés que hay un tiempo para todo, y hay un tiempo para ser padres y hay un tiempo para dar el amor y la estabilidad que un hija o una hija necesitan.
En nuestra historia personal es posible que ni siquiera hayamos conocido a nuestros padres, o sufrimos maltrato de ellos o tuvimos el mejor padre del mundo.
Haya sido un camino u el otro, reflexionemos sobre el papel de padres y tratemos de ser un mejor padre del que hasta hoy hemos sido, sin importar la edad que tengamos y el rumbo de nuestra vida hasta ahora.
Por esos “locos bajitos” o por ese adolescente o esa joven, ¡vale la pena intentarlo!

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Un hombre con corazón de niño”

A Mauricio Abdalah

La experiencia de la carcel, la tortura y el dolor.