Mejor dejarlo tranquilo


Recientemente tuve el honor de presentar el libro “Mejor dejarlo tranquilo” de la amiga holandesa Rimke van der Geest” y acá les comparto mi testimonio sobre la publicación:
En primer lugar quiero agradecer a Rimke por haber escrito un libro sobre sus experiencias con familias de personas sicóticas en Nicaragua. El estudio fue en Matagalpa, pero pudo haber sido en León o Tipitapa. La Psicosis no tiene preferencias socio demográficas.
Personalmente recuerdo a mi tía abuela Marianita, a quien llevaba comida todos los días cuando era un niño, ella escribía todo el tiempo, en cuadernos y paredes cartas de amor, al novio que la dejo esperando en el altar mayor de la iglesia de San Juan Bautista en Sutiava de León en Nicaragua.
La psicosis la miramos todos los días y como dice José Saramago, miramos pero no vemos. Adultos semi desnudos, el “loquito”del barrio, el adolescente esquizofrénico a quien la madre mantiene amarrado en el fondo de la casa, personas que deambulan sin rumbo claro por carreteras y ciudades, la ex reina de belleza ahora marchita y envejecida en el hospital psiquiátrico de Managua. Esta es la psicosis, una condición discriminante y excluyente a lo largo de la historia.
Cientos de personas quemadas en la hoguera, encerradas de por vida en hospitales, sanatorios o asilos, exorcizados, olvidados, y como bien nos dice Hilda, la madre de dos hijos psicóticos es mejor dejarlos tranquilo.
El libro de Rimke, tiene varios aportes para Nicaragua, por un lado nos “visibiliza”a un segmento de la población de la cual no se tiene una prevalencia conocida, se estima hasta un 1% en ciertos países. Rimke nos habla de 45,000 esquizofrenicos (9 x 1000), una cifra similar a la que se reporta en otros contextos y por la misma OMS.
Por otro lado Rimke nos enfoca el papel de la familia, y las psicosis como muchos otras condiciones estigamtizadas y discriminadas, el rol de la familia es clave, tanto en la continuidad de la medicación como en el bienestar de la persona psicótica y la familia. El tema “la familia” es otra de las “cajas negras” de Nicaragua, un país sesgado por los conflictos y desastres, naturales y sociales, que nos ha heredado un país descompensado y cargado de crisis y duelos no resueltos.
Otro aporte del libro de Rimke es la descripción de otros dos modelos de atención, el bio medico centrado en la aplicación de fármacos y el tradicional, una mezcla de medicina natural y espiritualidad, en ambos es clave la “fe” de la familia, fe en el médico o fe en el curandero. Una vez más la cultura muestra su poder en la atención de la salud.
Rimke analiza con rapidez pero con certidumbre el sistema de salud de Nicaragua, un sistema segmentado e inequitativo, donde menos del 1% se destina a la salud mental, la mayor parte concentrado en el hospital psiquiátrico, una institución que se sostiene por la caridad pública y el trabajo de profesionales y personal de salud que ahí labora.


Rimke ahonda en el micro mundo de las personas sicóticas a través de 4 historias:
a) La historia de Ivan, uno de los once hijos de una madre, que además perdió a dos de sus hijos durante los bombardeos de la contra en la guerra de agresión de los 80. Es precisamente el asesinato de sus hermanos el desencadenante de la psicosis cuando Ivan tiene solo 14 años. A partir de ahí ya Ivan no será el mismo, y se atribuirá a brujerías, drogas o masturbación como causas de la “enfermedad de los nervios” de Ivan, pasando por curanderos, naturistas, brujos y médicos. Ahora solo confían en Dios para sanarlo, las medicinas con caras y la compra de alimentos es la prioridad.
b) La historia de Erick es diferente, se trata de un joven que sufrió un trauma cerebral y luego un intento de suicidio, a consecuencia de ambos eventos desarrollo un episodio psicótico agudo inicial con un componente catatónico y una encefalopatía hipoxica posterior. Erick tiene para la familia “una enfermedad en el cerebro”, y es usuario de todo tipo de fármacos de acuerdo a las posibilidades y esquemas de tratamiento utilizados por la familia. Blanca, la madre de Erick ha puesto su cura en manos de Dios.
c) La historia de Martha, la mayor de 11 hijos de Martha, quien sufre ataques de los 10 años al igual que su hermano mayor, a partir de entonces iniciaron las visitas al curandero y al médico, en una familia donde el esposo y el hijo se emborrachan con frecuencia. A Martha le llaman en el barrio “la loca”. Ya una vez de niña, Martha estuvo por 18 meses en el hospital psiquiátrico, desde entonces han pasado 30 años, viviendo la enfermedad “de día en día”, rezando a Dios en busca de un tratamiento.
d) La última historia es la de José y Roger, dos personas psicóticas, pero sobre todo la historia de Hilda, la madre. Ambos enfermaron después de la guerra y el común denominador es la pobreza. La historia de la familia incluye uso de drogas, mucho alcohol, agresividad. La actitud de la madre queda evidenciada al decir que “reza todos los días para que sus hijos mueran antes que ella”. La madre de Jose y Roger jamás ha visitado a un curandero, sino a médicos en los hospitales. La conclusión de Hilda es elocuente y sabia, no hablar del pasado ni del futuro, vivir en paz unos y otros.

Cinco años después Rimke hace una nueva visita a los protagonistas de las historias. Regresa con una propuesta de intervención “Cuenta conmigo”. Ivan esta bajo tratamiento; Erick vive una situación miserable. Martha sigue bajo el cuidado de su madre. Roger toma medicamentos, Jose ha mejorado sustantivamente.
Rimke propone como tema clave el involucramiento de la familia y la organización de grupos de auto-ayuda, como ella señala, una práctica poco usual en Nicaragua. Dar recetas y medicinas sin la participación de la familia no es efectivo.
Quiero concluir reiterando el agradecimiento a Rimke, por subrayar el papel de la salud mental en Nicaragua, la necesidad de un abordaje que incorpore a los prestadores tradicionales y a la familia, y gracias por la inspiración para que otros, sobre todo, los Nicaragüenses escribamos, sistematicemos y divulguemos tantas y tantas experiencias en el campo de la salud.

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