MI BREVE HISTORIA PERSONAL



Escena No 1

La celda es pequeña y oscura, huele a miedo y dolor, hay un banco de piedra para dormir, un hueco en el piso, paredes sucias, techo de concreto, no hay barrotes como suele verse en las películas y la puerta de hierro con una enorme cerradura, hace pensar que se puede entrar pero no salir. Hay una especie de insensibilidad al calor, los mosquitos, cucarachas furtivas, hambre o sed, el terror parece dominarlo todo. No se trata de la prisión ni las condiciones de vida para los encarcelados. No. Se trata de la vida, la incertidumbre y la ansiedad extrema ante lo que está por llegar y aún no llega. No es tanto el ¿qué pasará¿, sino el ¿cuándo?. Han pasado 48 o 72 horas y nada. O quizás menos o quizás más tiempo. No hay luces de la naturaleza que indiquen el amanecer o el atardecer, las bombillas amarillentas no se apagan nunca en el pasillo, a veces se escuchan pasos, no hay celdas vecinas o contiguas, nada, no es que el tiempo se haya detenido, es que no parece existir el tiempo, es como si has hecho un viaje a otra dimensión, un lugar extraño y horrible, un hueco en la profundidad de la tierra, un circulo pequeño del infierno, algo así.

Los recuerdos parecen haberse bloqueado, no pasa por la cabeza el ¿porqué estás ahí?, ¿cómo fue posible todo ésto?. Un solo pensamiento prevalece sobre la angustia, ¿cómo estará mamá?. No tuvo tiempo de verla o despedirse, todo fue tan rápido, de casa al comando, del comando a la cárcel departamental y luego a la celda. Nadie te ha registrado, ni siquiera han preguntado tu nombre. Solo has sentido la bota en el cuello, las esposas en las muñecas, las caras espantosas de los soldados, el olor a sangre, la mente bloqueada por lo que va a ocurrir. El ruido en el corredor te regresa al ¿Cómo estará mamá? y de repente recordás que ya tenés diez y ocho años, y que estás a mediados de graduarte como médico, que tenés una amiga novia y que llevás puesta la camiseta morada que te regaló Sylvia, un jeans y unos zapatos viejos y que medís 173 y que pesás 127 y que estas joven aún. 

En realidad vivís en un país de jóvenes y niños y mujeres. Y te das cuenta apenás que no has dormido, te recostás en la pared o en el banco, pero te despertás esperando algo. Que paradoja de la vida, te llevaron a una ciudad que no te gusta nada, y de repente estás ahi, cómo que da risa, más una mueca torpe que risa, que no ayuda a escapar de la realidad. Aún sentís naúseas al recordar la bolsa de frijoles podridos que te tiraron ayer. La tiraste por el hueco para no vomitar. Y de repente te acordaste que no has rezado una sola vez. Es como si te dijeras, un momento Señor, esto no es algo tuyo. Vos no sos capaz de crear ni hacer algo así. Todo esto no es tuyo. No estoy en el reino de Dios, sino en el lugar del maligno. No huele a azufre, sino a miedo, dolor, sangre y muerte. No es la brisa fresca del profeta Elias, sino un aire enrarecido y terrible, lleno de presentimientos y presagios funestos.

De repente escuchás pasos en el corredor. Un soldado dice, "te busca tu mamá". Y todo cambia, una ingenua alegría cruza todo el cuerpo. Lo sabía. Mamá está pendiente de mí, ahora la podré ver, como en los días de la escuela. No imaginaba siquiera que estaba por vivir los días y horas más difíciles de su vida. Le esperaba la experiencia de la tortura y el dolor.


Escena no 2.
El auditorio Erasmus de la Universidad Católica de Nijmegen estaba repleto. Era diciembre y todo estaba cubierto de nieve. Le habían facilitado una bufanda y un sueter. Había pasado toda la noche practicando su primera presentación pública en inglés. Ya tenía 40 años y no había logrado comprender las palabras en otro idioma. Todo había sido muy rápido. Había conocido a la Dra. Barten, habían escrito el artículo, en realidad era ella quien daba el toque académico. Él sólo era el protagonista de la historia.

Hasta entonces había viajado muy poco. Ese era su gran viaje. El más importante de todos y el primero de muchos. Había sobrevivido a la guerra de los 80. Y había retomado su formación profesional. Ya tenía un grado de Máster y un puesto como profesor en la Escuela de Salud Pública. La docencia ocupaba la mayor parte de su tiempo y dominaba el aula de clases con la experiencia de un académico de larga data. Su vida de máximo riesgo e intensidad en la Revolución, le había conferido un manejo de la llamada educación popular y centrada en el estudiante.  Y al verlo y escucharlo nadie diría que eran sus primeros años en la educación de pos grado.

En Nederland había tenido una primera vez en muchas cosas, el hermoso aeropuerto de Schipol, el largo viaje en tren, la hermosa ciudad, la más antigua del país y una de las primeras en el continente europeo. Se había re encontrado con el invierno. Había co escrito el primer "paper" y se disponía a su primera conferencia internacional. Todo lo que miraba le parecía hermoso y bello. Las chicas altas y rubias. Los edificios del campus. La enorme biblioteca. Las bicicletas por doquier. La calidez de los profesores. El magnífico clima. El chocolate caliente. La comida neerlandesa. Las tiendas. El mercado del fin de semana. 

Nadie imaginaria que 22 años atrás estaba bajo las órdenes de la temible oficina de seguridad somocista y su vida dependía del entonces general Samuel Genie, el brazo derecho del dictador


Y ahí estaba ahora en el Erasmus. Y pudo hablar y ser escuchado. Y tras los aplausos de cortesia y de corazón, me hicieron pasar al patio, para la foto oficial de rigor, para el periódico local. Y ahí está esa imagen de entonces. La foto que prefiero para el día funerario. Me gusta esa imagen. Me gusta ese momento único. 

Me gusta decirle al chico de ocho años y al de diez y ocho, aquí estoy, aquí estamos. Valió la pena. Todos los sueños se han cumplido y se están cumpliendo otros. 
Aquí estamos Renecito. No más cosas que lamentarse. Atrás quedó el torturador, el abusador, el terrateniente, el profesor hiriente. Atrás quedaron todos estos personajes.
Y ahora? Has vivido. Has viajado. Has amado. Te han amado. Ya sos médico. Ya tenés una familia, esposa, hijos, nietas. 
Y ahora? Estás en un equipo de investigación de un instituto europeo de investigación. Tenés un salario más digno. Has hecho lo posible por ese pais y por ese pueblo y por esa Revolución. Has sido protagonista y no un espectador.
Y ahora? Has logrado transmitir un poco de ánimo a otros. Has dado un poco de esperanza Y certezas para vivir a otros.






 


 

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