La Sanidad, una palabra cuasi olvidada

Recientemente la BBC y la Revista Medica Británica promovieron un estudio para determinar cual es el gran hito de la medicina de los últimos 166 años, teniendo como candidatos entre otros, el descubrimiento del ADN, las vacunas, los antibióticos, la anestesia y las computadoras. Cerca de 11,000 personas consultadas de todo el mundo seleccionaron a la sanidad, definida como el conjunto de servicios para preservar la salud de los habitantes. Es decir el acceso a agua segura, disposición de excretas, tratamiento de los desechos sólidos y líquidos, en otras palabras saneamiento básico.

Los argumentos que sostienen esta selección parten del millón y medio de personas (en su mayor parte niños) que mueren anualmente por el agua contaminada y las malas condiciones sanitarias, y los dramáticos cambios desarrollados en los países que iniciaron la Revolución Sanitaria en Inglaterra y otros países europeos a mediados del S XIX, partiendo de la simple idea de invertir (para toda la población) en el acceso a los servicios básicos, y dispusiera de un sistema para el tratamiento de los desechos.

Este hallazgo histórico inspirado por John Snow y Edwin Chadwick permitió controlar las epidemias de cólera y otras enfermedades infecto-contagiosas de la época, e iniciar una profunda reforma en las políticas de salud, que sirvieron de eje al desarrollo de estos países posteriormente.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2006 del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) establece que el agua limpia y el saneamiento pueden promover u obstaculizar el desarrollo humano, y que son dos aspectos fundamentales en lo que las personas puedan hacer o devenir, es decir en sus capacidades.

La privación de agua segura, de un baño, de saneamiento, destruye más vidas que cualquier ataque terrorista. Es inaudito desde una perspectiva de Derechos Humanos en el Siglo XXI que 1,100 millones de personas no tengan acceso al agua, y 2,600 millones no dispongan de saneamiento básico. Una muestra de las profundas desigualdades y efectos de esta situación, es que en ciudades como Phoenix la población dispone de 1,000 litros de agua por día, mientras en países como Mozambique este promedio es inferior a 10 litros, cuando la norma básica de UNICEF y la OMS es de 20 litros por día.

Según el Informe 2006 del PNUD, en Nicaragua un 21% de la población (es decir más de un millón de personas), no tiene acceso al agua de consumo humano, y un 53% carece de saneamiento sostenible, cifras dramáticas en un país comprometido a la disminución de la pobreza para el año 2015, de acuerdo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, suscritos en el año 2000 por el gobierno de Nicaragua.

Existe suficiente evidencia que el suministro de agua limpia y servicios de saneamiento son tan fundamen­tales para el desarrollo humano y la prosperidad de las naciones como la política económica, la salud o la educación. Y que ambos están estrechamente vinculados ya que de hecho, aumentar el suministro de agua sin proporcionar un sistema adecuado de drenaje y eliminación de residuos humanos podría agravar los problemas de salud pública, especialmente en las ciudades.

El gobierno recientemente electo ha situado el combate a la pobreza entre las prioridades de la agenda nacional, y si seguimos la ruta critica de las sociedades que han transitado hacia la senda del desarrollo, la estrategia de asegurar el acceso a fuentes de agua y saneamiento básico, permitirá disminuir dramáticamente lo que la OMS llama el “pasaporte a la pobreza”.

No es necesario esperar más muertes infantiles, ni invertir millones de córdobas en medicinas para atender solamente los efectos del problema. Como afirmas las Naciones Unidad el acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano básico, pero también una pre condición para países como Nicaragua que han colocado como una prioridad la disminución de la pobreza.

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