PADRES E HIJOS. UNA RELACIÓN PARA TODA LA VIDA

Cuándo era un niño discutía mucho con mi mamá y extrañaba mucho a mi papá. Ella se hizo cargo de 6 niños como madre soltera y a Él jamas lo conocí. Llegue a pensar que un hogar con un padre y una madre, era un privilegio solo para familias ricas.

Tarde casi 30 años para comprender el significado de la parentalidad; a esa edad ya era padre de 4 hijos, y aunque me tocó esa hermosa vocación en tiempos de guerra, hice lo posible para ser un "buen padre". Adoraba a mis hijos desde su fecundación, tuve el privilegio de tener 4 hijos de los cuales me siento tan orgulloso: honestos, inteligentes, emprendedores, guapos, con muchos valores, de los cuales carece la cultura del siglo XXI. Soy abuelo de dos nietas.





Al ser padre y empezar a cometer errores, me di cuenta el porqué mi padre me abandonó y comprendí aún más, todo lo que tuvo que hacer mi madre para hacerse cargo, con dignidad y responsabilidad de 6 hijos. Mis críticas y reproches hacia ellos, se fueron convirtiendo en comprensión, perdón y empecé a honrarlos y amarlos. Una tarea que aún sigo desarrollando.

Todo lo que cuestionaba de ellos, lo empecé a repetir. Y me di cuenta que ser padre o madre, es una extraordinaria vocación. No se trata de ser proveedor, ni cumplir con una responsabilidad. Se trata de AMOR, y el amor es una unión basada en decisiones maduras, de personas que han aprendido a amar. Y no era mi caso, estaba lleno de heridas sin sanar, y mi concepto y práctica de eso que llaman "amor" era muy limitada, a la sexualidad y la cultura machista. 

Como fui hijo parental, me tuve que hacer cargo de mis hermanos hasta los 13 años. Mi adolescencia fue dedicada a estudiar y ser médico. Jamás pensé en ser padre. Mi baja autoestima fue compensada con mi trabajo en el campo de la salud, luego en la vida política y finalmente en el campo académico. En el consultorio y en aula de clases di lo mejor, y de eso son testigos, miles de estudiantes de medicina, psicología y en el postgrado de Salud Publica.

Fui candil de la calle. Un académico destacado, con publicaciones en revistas científicas internacionales, pero incapaz de ser el padre que yo hubieses querido ser. Y en los últimos 16 años, tras el nacimiento de mis nietas y mi trabajo en el consultorio de Salud Mental, fue entendiendo aún más, las profundas heridas que los adultos causamos en nuestros hijos.

Hoy los jóvenes no quieren tener hijos, ni piensan en el matrimonio y creo entender el porque. No quieren repetir lo que vieron en sus hogares. Fuimos anti testimonio, desarrollamos un modelaje negativo, una caricatura de lo que es ser padre.

En mi consulta, soy un promotor de la familia, del matrimonio y de los valores que se necesitan para una parentalidad positiva, nutritiva, afectuosa, y adecuada a la cultura actual.

Hoy, ya mis hijos han crecido, son grandes, y ellos me dan lecciones de vida, todos los días, hoy aprendo de ellos. Incluso mis nietas, me enseñan como es el amor, el cariño, la lealtad, el compromiso.

Por eso y muchas otras cosas, oro por mi padre, el Dr. Alfonso Perez Andino, mi padre ausente y ya en presencia de Dios. Y procuro honrar a mi madre, aún conmigo, a sus 86 años. Aprendo a ser coherente cada día, no es fácil.

Agradezco la celebración del día del padre y las muestras de amor de mis hijos en Navidad, cumpleaños, son magníficos y misericordiosos, porque no me lo merezco. Diariamente me dan muestras del amor que me tienen, y me siento tan avergonzado.

Dios bendiga a todos los padres y madres. Es una hermosa vocación, quizás la mas importante de todas. Ahí en la familia, se forma el futuro de la humanidad. Pero no basta con producir óvulos o espermatozoides. No basta con dar dinero para los gastos del hogar. Lo esencial es el AMOR, la protección y seguridad que los hijos necesitan. Ser sus héroes y no sus villanos.

Hoy se habla mucho de la comunicación. Pero no se trata de hablar por hablar, se trata de abrir el corazón, sanar las heridas, y darnos cuenta que estamos modelando una conducta, una forma de ser, educando a un ser humano, los hijos, que no nos pertenecen, pero que estamos, por amor, dispuestos a prepararlos para la vida.

Al morir, una de las mas grandes satisfacciones es saber, que dimos mucho amor a esos hombrecitos y mujercitas, no sobreprotegiéndolos ni maltratándolos, no. Es amándolos sin medida, pensando como dice el poeta, en que son flechas y nosotros los arqueros, lanzándolos tan lejos como se pueda.

 



    

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