“Un hombre con corazón de niño”






Un hombre con corazón de niño
Así lo describe el Dr. René Pérez Montiel, su mejor amigo.

                                    Mauricio Abdalah Ramírez
Nace el 15 de Agosto de 1956, en la ciudad de León, Nicaragua, producto del amor entre dos personas, Dn. Abel Abdalah de origen Palestino y Dña. Concepción Ramírez originaria de Masaya-Nicaragua.
Su padre, Don Abel, era comerciante de telas, un hombre bondadoso y tierno, poseía una tienda de esas a la que la gente le solía llamar “Los turcos”, un hombre que no tuvo estudio alguno, pero con una inigualable mente y habilidad para los negocios, un hombre emprendedor.
Mauricio el menor de tres hermanos, Jelhua su hermana mayor y William el mediano. Actualmente Jelhua es una brillante ingeniera y William un insigne médico cirujano.
Desde pequeño Mauricio Abdalah se destaco por su inteligencia, poseía una mente  brillante e inigualable, no necesitaba de mucho estudiar para aprobar una materia y eso  lo hacía ser una persona notoria en donde estuviera.
Siendo aun un niño se trasladaron a la ciudad de Chichigalpa donde Mauricio cursa su primaria en la Escuela Superior de Varones Bachiller Gilberto Ramírez, su ciclo básico de secundaria lo realiza en el Instituto San Luis Gonzaga, de la ciudad de Chichigalpa.
Culmina su bachillerato en el año 1972, en el Instituto Nacional de Occidente Maximo Jerez (INO), de la ciudad de Leon, donde logro tomar mayor conciencia de su rol como revolucionario.
Siempre fue un estudiante con excelencia académica pero con una gran humildad de corazón, nunca presumió ser mejor que nadie.
En el año 1973 ingresa a la Universidad Autónoma de León, donde realiza estudios formales de doctor en Medicina y Cirugía, donde  se destaca por su inteligencia y liderazgo nato; a pesar de su apariencia un tanto despreocupada tenía un notable coeficiente intelectual.
Amante de la literatura y poesía, de carácter pasivo y semblante tranquilo, se le caracterizaba por ser un buen compañero y amigo, solidario con quien lo necesitaba.
El Dr. Pérez Montiel, su mejor amigo lo describe como:
“Mauricio, era un muchacho brillante, sensible, generoso, diferente, modesto, lleno de valores y capaz de como lo hizo, de dar su vida por los demás…”
Por otro lado, cuando se le pidió al Dr. William Abdalah, hermano del compañero Mauricio, que le describiera en pocas palabras fueron:
“Humano, generoso en extremo, sensible, carismático y solidario”
Todo esto hace que para 1974, le proponen formar parte de la lucha revolucionaria en cuyo momento no acepta en lleno ya que su pensar era, que si él se sumaba a la lucha asumía un compromiso hasta el final, sumándole a esto un gran apego paternal.
No obstante se suma como colaborador, tomaba los rollos de tela de la tienda de su padre para la confección de uniformes, abastecía de agua y comida los buzones de reserva. Su liderazgo nato y brillante lo convierten en un elemento apetecible para las filas de movimiento revolucionario. Finalmente, a mediados de 1975 el está integrado en lleno a la lucha revolucionaria.
Trabajaba activamente formando células en los barrios de Guadalupe y Calvarito de la ciudad de Leon, involucrando más jóvenes con cualidades para el trabajo militar y logístico, pero sobre todo reclutando con su ejemplo y entrega.
Formó redes de colaboradores y trabajo público, participo activamente en el traslado de armas, alimentos y custodia de dinero que recuperaban en operativos.
Trasladaba compañeros a casas de seguridad, cabe señalar que la casa de Dn. Abel, su padre, fue casa de seguridad en Chichigalpa.
Colabora con  entrega en la atención hospitalaria, tanto de compañeros  como de población en “Chichigalpa” y “El Viejo”. Brindaba atención médica constante a los pobladores de la zona del balneario de “Jiquilillo”.
Mauricio Abdalah era pieza fundamental del comité de médicos Sandinistas.
 Junto a Quxabel Cárdenas, una joven de origen Hondureño que apoyaba en solidaridad la lucha Sandinista, estaban organizados en la asociación de estudiantes de Chinandega.
 Organizo los comité de defensa civil, su promesa de entrega y llegar hasta el final fue evidente.
Su apariencia no era desnotoria, de tez blanca, cabello  largo un poco desaliñado, y de caminar extraño pero con un corazón noble y aguerrido.
Por las mañanas realizaba sus actividades médicas y por la noche se unía a los operativos.
El recibe un aviso, informándole la necesidad de trasladar unos compañeros heridos,  un terrateniente de la zona solía facilitar un vehículo particular para hacerlo, incluso el solía acompañarlos, pero en esa ocasión el les dijo que se fueran con su chofer, sin nada más que decir cumplieron la orden, y allá entre Tonala y Puerto Morazán son interceptados y asesinados Mauricio Abdalah Ramírez y Gerardo Lindo, quedando vivo solamente el chofer, lo que hace ver que fue una encerrona planeada para dar fin a sus vidas.
El 29 de Junio de 1979, muere un servidor de la patria y la revolución, el Comandante “Marcos”, como se le conocía a Mauricio Abdalah Ramírez y Gerardo Lindo. Sus cuerpos fueron llevados al patio del comando de la guardia frente al hospital de Chinandega, las religiosas del hospital se enteraron y fueron a reconocer el cuerpo, pues le conocían por haber hecho su internado ahí, lo reclamaron y lo sepultaron en una de las criptas de las religiosas de Chinandega.
Para Agosto de 1979, sus mortales restos fueron llevados por su padre y sepultados en el cementerio de Chichigalpa hasta la actualidad…
Su padre, Dn. Abel escribió un poema epitafio en su tumba, donde aún se conserva, pero su alma inmortal esta en el cielo, porque ¿Quién puede mostrar  más amor, que aquel que da la vida por sus hermanos?
“Triste quedo nuestro hogar con tu partida”
Y  si efectivamente se perdió un gran ser humano, integro, un médico humanista y talentoso.

Mauricio Abdalah Ramírez, a como otros héroes y mártires de la revolución murieron por una Nicaragua mejor, y se merecen que usted y yo contribuyamos a luchar por una Nicaragua libre, soberana.
No podría culminar sin incluir un hermoso fragmento del escrito del  doctor René Pérez Montiel, alusivo a la parte humana del compañero Mauricio Abdalah Ramírez.

Que se puede decir de Mauricio?, aquel muchacho desgarbado, con cara de poeta, alma de niño, corazón de revolucionario, lleno de valores y cualidades humanas, como la humildad, solidaridad, profunda compasión ante el dolor, visionario, con una clara comprensión de la realidad histórica de su querida Nicaragua, seguro que su sacrificio seria el abono generoso para que otros siguiéramos el camino de la Revolución Sandinista, una gesta histórica que convoco a lo mejor de lo mejor de la Nicaragua de los años 70 y 80

Mauricio tenía una profunda mirada, desde donde contemplaba toda la injusticia de la Nicaragua bajo el régimen dictatorial de los Somoza, un país hundido en el analfabetismo, la exclusión, la inequidad y la represión militar. Un país donde Somoza y sus allegados poseían todo y un pueblo empobrecido y humillado no tenía nada.
Mauricio comprendió desde muy joven esta realidad, tras su estatura física y moral, tras el dolor humano de la separación de sus padres, tras el humo de un cigarrillo, tras las canciones de Sandro, el argentino, tras los estudios donde siempre fue brillante, cuadro de honor, siempre estuvo ahí, en el estrado de los mejores, sin ostentación alguna, sin vanagloria. Nunca se ufano de su talento, solo lo delataba su mirada y sus gestos, siempre dispuesto a compartir, a dar todo lo que tenía, dinero, alimentos, ropa, zapatos, todo, pero siempre en silencio, sin que nadie se diera cuenta, nunca necesito el aplauso o el reconocimiento.
De la trayectoria política de Mauricio podrían decirse muchas cosas, únicamente diré que nunca rehuyó ninguna tarea revolucionaria, desde la semi clandestinidad o desde la opción más radical, nunca dijo no puedo, siempre estuvo ahí reclutando con su ejemplo e incluso desde su muerte.






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BIOGRAFIA

MAURICIO ABDALAH RAMIREZ














Managua, Nicaragua Noviembre 30 del 2015
Elaborado por: Dra. Karla Menicucci Escobar

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