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MI BREVE HISTORIA PERSONAL

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Escena No 1 La celda es pequeña y oscura, huele a miedo y dolor, hay un banco de piedra para dormir, un hueco en el piso, paredes sucias, techo de concreto, no hay barrotes como suele verse en las películas y la puerta de hierro con una enorme cerradura, hace pensar que se puede entrar pero no salir. Hay una especie de insensibilidad al calor, los mosquitos, cucarachas furtivas, hambre o sed, el terror parece dominarlo todo. No se trata de la prisión ni las condiciones de vida para los encarcelados. No. Se trata de la vida, la incertidumbre y la ansiedad extrema ante lo que está por llegar y aún no llega. No es tanto el ¿qué pasará¿, sino el ¿cuándo?. Han pasado 48 o 72 horas y nada. O quizás menos o quizás más tiempo. No hay luces de la naturaleza que indiquen el amanecer o el atardecer, las bombillas amarillentas no se apagan nunca en el pasillo, a veces se escuchan pasos, no hay celdas vecinas o contiguas, nada, no es que el tiempo se haya detenido, es que no parece existir el tiemp

La decrepitud

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Esa mañana se despertó con el habitual dolor de cabeza. Se incorporó lentamente de la cama por el malestar propio de la osteopenia. Fue al baño, contempló el color amarillo y se dijo, debo tomar más agua. Tomó la pastilla blanca para la presión y fue a la cocina a calentar la taza de café. Oyó que le llamaban por su nombre, pero casi de inmediato se dio cuenta que era otra alucinación auditiva. Sigo empeorando musitó.  Llenó de agua su vaso cervecero y se puso a revisar la agenda del día. Esperar a la nieta a las 9,30. Ir al banco a las 10. Salir a la clínica al medio día. Ver el fútbol por la tarde y el béisbol por la noche. Escribir un poco. Sorbió el café y se puso a hojear los titulares. El obispo de Miami lanzando arengas políticas, el país vecino como vocero de los estadounidenses, las futbolistas españolas enfrentadas al poder, la misma m*e*da de siempre dijo, mientras terminaba el café El dolor se había ido. Regresaría mañana. Se metió a la ducha. El agua fría lo estremeció y p

SOBRE MI DERECHO A HABLAR

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A mis 66 años sigo orgulloso y agradecido por haber sido parte de la generación de Sandinistas como Mauricio Abdalah y Arlen Siu. Fue y será mi generación. El Sandinismo de siempre. Decidí poner mi grano de arena a mis 17 años y pagué el costo de "tomar la vida en serio". Fui detenido y torturado por la Oficina de Seguridad Somocista. Le partí el corazón a mi madre. Di todo de mí al triunfo de la joven Revolución. Todo. Fue mi prioridad por encima de mi joven esposa y mis pequeñas hijas. Aún lloro por ello. Lo hice por Amor. El amor que aprendí en la Teología de Liberación. Nada más que eso. Renuncié en su momento a cualquier tipo de compensación. Rechacé lo que me ofrecieron en 1990. Está en acta.  No ingresé al FSLN por nada material.  Y volví a mi carrera de médico y aquí estoy, aquí sigo. No me escondo de nadie. Orgulloso de mi vida y la pasión con que he vivido, todo lo que he hecho. Perdoné a mis torturadores. Supe sus nombres y apellidos cuando aún estaban presos, lueg

La sutil frontera entre el Amor y el Odio

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Una muy breve ojeada a las falsedades contra Nicaragua  MENTIRA "los nicaragüenses no tenemos derecho al voto, la libertad de expresión, movilización, no tenemos derecho a nada" REALIDAD Yo y cualquiera tiene derecho al voto, lo hice y lo seguiré haciendo. He votado desde hace más de 45 años en Nicaragua. He dicho lo que pienso en radio, tv y redes sociales.  He criticado y cuestionado todo lo que me parece mal He ido dónde pueda y quiera, dentro y fuera del país, sin restricción alguna Vivo en mi país desde hace 66 años. No me financia ninguna Ong, ni país, ni partido alguno. Soy un ciudadano libre como la luz de cada día. MENTIRA "No me hubiera imaginado que (el gobierno de Nicaragua) evolucionaba a una dictadura del estilo de la de los Somoza". REALIDAD A mi edad estoy convencido que el que no ama (un país o un programa) todo lo ve mal. Cualquier persona, no solamente yo, puede constatar la Nicaragua de los Somoza y la Dictadura Militar Somocista, con lo que ahor

CARTA AL PEQUEÑO NIÑO JESÚS

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Querido Niño Jesús, espero estés contento porque se acerca la fecha de tu cumpleaños, el mío fue un poquitín antes que el tuyo.  Gracias por la mamá y el papá que me diste, que bonito es sentir que eres fruto de, aunque sea un instante de amor y que tu pensaste en mi desde siempre, me creaste y has estado conmigo toda la vida.  Recuerdas que nací tan débil que mamá tuvo que darme su leche en un gotero, porque no tenia fuerzas ni para succionar, y ya ves, siempre flaco y feo, pero sobreviví. Ahora entiendo porque siendo Dios Niño naciste en un pesebre rodeado de animalitos, y tus papas buscando un lugar para que tu nacieras.  Nos querías enseñar a ser humildes y sencillos. Te pido perdón por ser tan soberbio y lamer tanto mis heridas, pero tú me conoces, ¿verdad?  Y entiendes que los humanos creamos barreras y mecanismos para protegernos de nuevas lastimaduras.  Detrás de un rostro duro, hay un niño reclamando cariño y protección. Tú sabes cuantas veces necesité y sigo necesitado de, un

HUYENDO DE NOSOTROS MISMOS.....

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  Huyendo de nosotros mismos…..   No he llegado a comprender del todo a los que “huyen” de Nicaragua. Conozco cientos de casos. Sé de personas que tienen una familia, un trabajo, un hijo en la universidad, una casa bonita, sanos, y de repente el marido se va. Sé de muchachos inteligentes, guapos, con padres que los apoyan, novia y a un semestre de graduarse y se van. Conozco muchachas que se van buscando un novio extranjero, dejando hijos, familia y marido. Tengo muchos relatos de personas que se van para hacer dinero y pagar deudas (algunos regresan más endeudados)    Y conozco también a gente de plata, que ganan bien y tienen buenos negocios y se van como “perseguidos políticos”, buscando no sé qué, pero se van.   En fin.   Recuerdo que nací y crecí bajo una dictadura feroz y asesina. La vida me ofreció pobreza material, cuasi imposibilidad de estudios superiores. No había más futuro que la explotación terrible de la familia pellas en las cuatro paredes del Ingenio San Antonio y sus

NIJMEGEN

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Esa ma ñana fue a la cafetería de la universidad, quizás huyendo de la oficina. No encontró un solo humano en el trayecto. Notó, las plantitas verdes recién regadas y las florcitas que asomaban su nariz en el otoño de 1998. Evocó los últimos cuarenta años como un tornado: nacimiento, sobrevivencia, abuelita, mamá, iglesia, escuela, matrimonio, hijos, revoluciones, guerra, muerte, separaciones, confusión, búsquedas. Se dio cuenta que en medio de ésta vorágine no se había detenido. A veces gateaba, caminaba o corría, pero con un aliento salido, ni él sabía de dónde, seguía buscando. ¿Qué buscaba?, ahora mismo no estaba seguro, quizás sentirse libre de los demonios de la culpa, dar seguridad a los seres queridos y en el fondo quizás buscaba la casita feliz de los cuentos de la infancia, un abrazo prolongado, una mujer a su lado, un par de libros, música, ligera llovizna, una cama caliente.   Al llegar al cafetín vio a una mujer, definitivamente de una cultura lejana, lo denotaba la altura