De la crítica política a la práctica política


Cada día vemos y leemos en los medios de comunicación, diferentes versiones de crítica política, y está bien, la crítica como herramienta de la democracia es legítima y el respeto a la diversidad es uno de los valores más preciados en la sociedad contemporánea.
Se critica detrás de una determinada ideología o interés político, personal o de grupos. Usualmente toda crítica presupone determinada posición de clase. Es natural y esperado.
Pero que tan coherente somos, que tanto acompañamos lo que cuestionamos con nuestra práctica cotidiana. Eso es ser integro, de lo contrario caeríamos en la demagogia, como es típico en la clase política Nicaragüense.
Sin menospreciar el valor de la crítica, como herramienta de la construcción ciudadana, mi reflexión es sobre la necesidad de revisar nuestra práctica política, nuestro quehacer en el contexto de la Nicaragua actual.
¿Somos profesionales con ética, somos padres mediante el poder del ejemplo personal, somos trabajadores honestos, somos amigos leales, somos hijos afectuosos, somos constructores de valores y principios?
Algunos me tacharan de ingenuo, pero esto es preferible a la hipocresía o la demagogia. Otros me tildaran de cualquier otra cosa, no importa, lo que si importa es crear una nueva cultura política en nuestro país, la cultura de la decencia y la integridad.
Una vez pregunte a un honorable ciudadano sobre la principal cualidad de una persona, y me respondió sin vacilar: la honestidad.
Vamos compatriotas, podemos ser Nicaragüenses honestos, no caigamos en el juego político de los corruptos. Trabajemos por un país mas transparente y productivo para todos y todas.

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