La difícil tarea de ser hijo

Relato # 13:


Cuando era un niño amaba la Navidad y Semana Santa, época de regalitos transitorios, luces y la inocente espera del niño Dios. Siempre quise una bicicleta y nunca la tuve. Un televisor y tampoco. Un papá y una mamá juntos, y nada. En alguna manera fui un niño frustrado, melancólico, dismórfico (por mi delgadez), y avergonzado por la pobreza y una familia, un tanto disfuncional.

Dios me regaló 4 hijos, Mey Ling, Renee Tamara, Claudia Lucia y Ernesto René. En la practica fui un padre ausente para los 4, al inicio por que tomé la elección equivocada de priorizar mi trabajo y responsabilidades políticas, antes que a mi familia, y después de los 34 años, por dedicarme a mi especialización profesional, cuando puede obtener el “permiso” de la dirección del frente para dejar mi cargo de secretario político de Leon.
Como padre fui el clásico proveedor, y traté de compartir tiempo de calidad, fui cálido y cariñoso, los amaba y los sigo amando, pero no constituyeron mi prioridad, el trabajo, la política y el mundo académico me absorbieron. A veces he hablado con cada uno de ellos, he pedido perdón, pero el daño está hecho, su cuido, educación y desarrollo de habilidades estuvo a cargo de la madre.

A partir de los 21 años desarrollé una adicción por el sexo, y mi id freudiano fue desbordado por una atracción desmedida por el mundo femenino. Mi vida estuvo regida por varios años por el principio del placer, y tuve que pagar muy caras sus consecuencias. Afortunadamente busque ayuda y la encontré, aun vive la doctora Amparo Gutierrez, a quien le estoy eternamente agradecido, quien me guió en indagar en las raíces de mis problemas de conducta: la relación de amor y odio hacia mis figuras parentales, la proyección de mis “huecos de personalidad” hacia la evasión sexual, la búsqueda del placer, como “lealtad” a los dolorosos hechos en la vida de mi madre; en fin una conducta hedonista y egoísta, que tuvo entre otros hechos, la ruptura de mi matrimonio y la separación transitoria con mis hijas.
Poco a poco fui tomando conciencia de mis problemas y sus raíces. Empece el proceso de sanación, fui comprendiendo y perdonando a mis padres, me fui perdonando a mi mismo. Y Dios hizo el resto.

Aún recuerdo el primer día del padre en una familia restituida, una mesa llena de platillos preparados por ellas mismas, aun recuerdo los almuerzos con Ernesto, los regalitos, las tarjetas, los abrazos, los lenguajes de afirmación, el perdón mutuo, el escribir o hablar, el compartir, revivir todo lo bueno de los primeros años: las salidas al mar, las navidades, los cumpleaños. Todos tenemos algo bueno y se trata de ver lo positivo y no la basura. El proceso de madurez implica dejar el pasado en el pasado. Disfrutar la realidad del aquí y el ahora, dar gracias a Dios por todo lo vivido.

Mey Ling es psicóloga, fue la mejor de su generación, con estudios de maestría y acreditada en TCC, trabaja en el departamento de Bienestar Estudiantil de la UNAN Managua, tiene una hija, nuestra primera nieta, Tania Isabel, camino a sus 15 años.
Renee Tamara es Ingeniera, trabaja en la asociación de arroceros, es nuestra única hija con estudios de maestría en un país europeo, está casada y tiene una hija, Allison Alana, nuestra segunda nieta de 4 años, quien acaba de concluir el preescolar.
Claudia Lucia es abogada, la única hija trilingüe: español, ingles y francés, es una especie de “freelancer”, trabaja en lo que quiere cuando quiere, se da ese lujo, esta casada, y aun no tiene hijos.
Ernesto Rene, es economista, soltero, trabaja en el Ingenio san Antonio, disfruta de su juventud y su vida, es un muchacho libre y con un gran corazón.

Dios le dio sentido a mi vida como hijo, y ahora como padre y abuelo. El aún me lleva de la mano, como el padre que nunca tuve, y hoy mas que nunca necesito de El, de su abrazo, su perdón y su amor.

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