CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (22ª parte)

La pandemia como arma política (Arca de Noe y Torre de Babel)


Al amanecer de hoy viernes ocho de mayo del 2020, este cronista ha registrado a 3.87 millones de humanos infestados y 271,000 muertes, atribuidos al SARS-CoV-2. Los Sapiens con millones de bits de información, se mueven entre la cuarentena y el “quédate en casa”, hasta el seguir como si no estuviese pasando nada. 
Unos se divierten publicando fotos de cadáveres y fosas comunes, otros postean el “último descubrimiento para sanar la pandemia”, los más sensatos publican las medidas de prevención (aunque no las cumplan), y algunos aprovechan el desconcierto para buscar réditos políticos. Es una mezcla de Arca de Noe y Torre de Babel.

En el pico de la pandemia, un líder mundial ofreció una recompensa de varios millones de dólares por el asesinato del presidente de un país en América Latina. La culta Europa ha “sancionado” a un pequeño país de América Central. Muchos han clamado para eliminar el bloqueo a Cuba, o al menos una tregua, en medio de la crisis sanitaria y social. Es decir mientras la humanidad post moderna, vive uno de sus momentos más dramáticos, las potencias aprovechan para revivir sus arcaicas pretensiones coloniales. En rio revuelto, ganancia de pescadores.

Se gastan millones de dólares en divulgar “fake news” de acuerdo a los intereses del Nuevo Orden Económico Internacional. Se divulga información discrecional de los países aliados y se condena el “manejo irresponsable de la crisis” a los que discrepan de las grandes potencias de occidente.

Los pensadores, sabios, filósofos, poetas, escritores y libre pensadores, son entrevistados todos los días. Y los 7 mil millones de Sapiens se han convertido de la noche a la mañana en epidemiólogos, virólogos y científicos, gracias al Dr. Google y la Dra. Wikipedia. Mientras los grandes medios de comunicación ingresan millones de dólares, “informando” a los humanos en cuarentena, sobre el desarrollo de la pandemia. 

La confusión es tan grande que las personas de a pié, no hallan que hacer, unos dicen que tienen que salir a trabajar, ya que ellos viven en el sector informal de la economía; otros han sido enviados a trabajar en casa, otros reciben sus vacaciones forzadas en sus hogares, y otros cubren sus rostros con mascarillas, usan guantes, limpian con cloro y alcohol todo lo que tocan, y el recelo va creciendo entre unos y otros. ¿Quién contagiará a quién?. 
Muchos, este cronista incluido, procuran tomar las medidas de prevención establecidas por las autoridades sanitarias, mientras seguimos con nuestra vida cotidiana, de trabajo y familia, “porque la vida tiene que seguir, a pesar de los pesares”.

En mi pequeño pais, la pandemia se ha convertido en un arma política, buscando como echar en cara los casos y fallecidos por cualquier causa, a la mala gestión sanitaria de la pandemia. Este cronista se permite recordar que los países con mayor morbilidad y mortalidad son las grandes potencias, donde sus privatizados sistemas sanitarios han sucumbido a la voracidad del SARS-CoV-2.

“Expertos independientes”, critican que el pais no esté en cuarentena ni estado de sitio, que no se obligue a la población al uso de mascarillas y alcohol gel, que se cierren las fronteras y cese toda actividad económica, divulgando imágenes de personas que de repente caen por las calles, muertos por súbitos ataques, helicópteros volando sobre los hospitales, muertos y enfermos por doquier, vendiendo una imagen caótica e invitando al pánico y a la desobediencia civil a la población.

Un reconocido historiador, ha dicho que la pandemia ha mostrado lo peor de la humanidad. En lugar de solidaridad norte sur, articulacion interpaíses y puesta en marcha de una agenda común; se ha evidenciado la guerra comercial para dirimir la hegemonía de las potencias, las mutuas acusaciones sobre los intereses ocutos tras la pandemia, hasta el desprecio de las agencias internacionales de salud. Los pequeños paises no son la excepción. 

Como un “deja vu”, la caverna de Platón y la ceguera de Saramago, se han vuelto realidad. 

Salgo a la calle y veo pasar los autobuses repletos de pasajeros, voy al mercado y veo a cientos de hombres y mujeres luchando por sobrevivir, voy a los hospitales enfrascados en su lucha cotidiana contra la enfermedad y la muerte, y regreso a mi hogar, procurando eliminar cualquier resto del virus del cuerpo y de la mente.

¿Cuándo terminará esta locura?, ¿Cómo quedará el planeta?, son preguntas ante las cuales hay 7 mil millones de respuestas. Solo unos pocos Sapiens saben lo que está pasando y lo que pasará después. Como marionetas de un circo de pueblo, nos movemos de un lado a otro, esperando que las lluvias de mayo refresquen un poco los 40 grados de calor tropical, mientras seguimos contando los muertos.

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