CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (26ª parte)

La vida familiar trans y post pandemia


Este cronista declara que hoy 13.05.2020 (20.00 horas) el planeta ha contado 4.4 milones infestados y 297 mil humanos muertes asociados a la pandemia del SARS-CoV2. Una cifra que posiblemente no refleje el alcance real de este brote epidémico planetario, ya que la cantidad real de infestados y fallecidos, sobre todo en tragedias de esta naturaleza, suele quedar oculta por los intereres de los grupos de poder y por la realidad de muchas familias, que se enferman y mueren sin ser parte de las estadísticas oficiales. Al fin y al cabo, a quién le importa un enfermo o un muerto más, a no ser que se trate del primer ministro del Reino Unido o el principe de Gales.

Una noticia terrible se ha divulgado recientemente, un doloroso episodio que puede ayudarnos a entender la complejidad de las emociones y sentimientos de la especie humana. Una tragedia dentro de otra tragedia, en ese sub sistema universal que es la familia.

Posiblemente muy pocos humanos, este cronista incluído, conocían a Cevher Toktas, un atleta de alto rendimiento, quién fue ingresado junto a su hijo de cinco años por un cuadro clínico asociado al Covid 19, a finales del mes de abril en un hospital de Turquía. Nadie sabe las razones por las cuales, una hora después del ingreso, el padre asfixiaba al niño con una almohada sobre su cabeza. Al finalizar llamó a gritos a los médicos y la muerte del menor fue declarada “paro respiratorio debido al coronavirus”. Once días después, ya de alta, Toktas confesó haber asesinado a su hijo, afirmando “Nunca quise a mi hijo pequeño. Desde que nació. No sé por qué no le quería. La única razón por la que lo maté es porque no me gustaba. No tengo ningún problema mental”.

Con precisión casi quirúrgica, agregó “Presioné una almohada sobre mi hijo, que estaba tumbado en la cama. Durante 15 minutos no la levanté. Mi hijo luchó todo ese tiempo y después dejó de moverse. Luego llamé a gritos a los médicos para evitar sospechas sobre mí”. La noticia ha conmocionado al mundo entero.

Hay un libro escrito en el s XX llamado “secretos de familia”, que describe los profundos y complejos rituales, duelos, heridas no resueltas, conflictos trans generacionales, traumas y dolores, a lo interno de la dinámica familiar y cada uno de sus integrantes. La actual pandemia, según los artículos publicados hasta hoy, ha exhacerbado esta realidad. 

Desde la declaración de cuarentena y confinamiento obligatorio, en muchos países se reportaron casos de abuso entre miembros de la familia, que al estar recluídos durante semanas, posibilitaron el surgimiento de las pequeñas y grandes tragedias invisibles, a lo interno de las familias.

Si cada humano es un ente complejo, con sus billones de células y enmarañadas historias de vida; la familia es un sub sistema más complejo aún, ya que a lo interno conviven y coexisten, diversos personajes, asumiendo roles y cumpliendo reglas, sin consensos ni proyectos de vida afines. En el fondo hay un micro caos, oculto bajo un telescopio social, donde todo pareciera marchar bien. Casi todos, sabemos que no es así. 

Si levantamos “la sábana de la familia”, encontraremos basura acumulada y basura reciente. La disfuncionalidad, una palabra técnica, esconde alianzas, estrés parental, coaliciones, límites difusos, reglas secretas, mitos, que algunas veces salen a la luz, cuando leemos en los titulares, las consecuencia de la violencia machista y la cultura patriacal: incesto, abuso, violencia, hasta llegar al homicidio o el crimen. La actual pandemia, ha sido una variable “modificadora de efecto”, usando el argot epidemiológico, que cambiará, para bien o para mal, como suele decirse, el papel de la familia en la sociedad actual.

¿Cómo será la familia del 2050?, ¿qué cambios tendrá la dinámica familiar trans y post pandemia?, ¿seguiremos conectados a través de los nuevos dispositivos electrónicos?, ¿recuperaremos lo valioso de la familia tradicional?, son muchas las preguntas. Hasta hoy, hemos sido obligados a permanecer en casa, hoy todos tenemos “más tiempo”, pero, ¿cómo lo hemos utilizado durante la pandemia?, ¿ha sido posible el mito urbano del “tiempo de calidad”?, ¿hemos recuperado el valor y la riqueza de la familia?. Solo el padre tiempo y los cronistas del futuro, escribirán el siguiente capítulo. Este cronista tiene la esperanza que el caso Toktas sea una excepción.

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