CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (24ª parte)

Cuatro millones de casos

El 9 de mayo del 2020, el planeta tierra registró 4 millones de casos de SARS-CoV-2. Una cifra para reflexionar sobre lo que no hemos hecho bien.  Un día histórico para construir ciudadanía. Un dato que quizás produzca una revolución, sobre nuestra vida y nuestro habitat. Que los 278,000 fallecidos nos ayuden a abrir los ojos y cambie nuestra actitud ante la vida. No se trata de crear pánico, sino de crear conciencia y ser testimonio de un cambio en el cuido y auto valoración de nuestra existencia y la del planeta.
Hace muchos años se realizó la llamada “cumbre de la tierra”. Uno de los primeros llamados globales a cuidar del planeta. Poco a poco el término “calentamiento global” fue apareciendo en los titulares. Las especies empezaron a desaparecer, los bosques a disminuir, los rios a secarse, la contaminación del aire promovió el uso de mascarillas, los millonarios dejaron las grandes ciudades y se fueron a vivir a “los suburbios”, los pobres colmaron el transporte colectivo y repoblaron las urbes en favelas, barracas y hacentamientos. 
El planeta azul comenzó a llorar. Pero, la basura siguió cayendo sobre las aguas y las superficies. Las agencias internacionales escribieron comunicados, proclamas y declaraciones. Las potencias tomaron estos papeles y los tiraron a los cestos de basura. Hasta la iglesia hizo eco el llamado de la naturaleza y nos exhortó con el “Laudate Si”, pero nada contuvo al “lobo infernal”, el Homo Sapiens Sapiens autodestruyendo la creación.
Aparecieron los alimentos transgénicos y empezamos a ser alimentados con productos modificados genéticamente. Surgió la pandemia de diabetes tipo II, el sobrepeso, el consumo de “junk food” preferido por los “millenials” inundó los “food court”, las “energy drink” se convirtieron en el agua de los “very trendy”. Y el cancer se convirtió en la primera causa de muerte en las estadisticas de mortalidad. Nos inundaron de fármacos, alimentos de preparación rápida, bebidas exóticas y nos invitaron a dormir cada vez menos, estimulando los conos y bastones de la retina con el brillo de los dispositivos electrónicos.
Los sistemas de salud, fueron convertidos en cuasi hoteles, amplios, confortables, llenos de tecnología de última generación, y jovenes sub especialistas fascinados por la extensa farmacología, ultrasonidos tridimensionales y equipos de resonancia magnética digitalizados, fascinantes. Se nos obligó a adquirir un seguro de salud, financiando un sistema ajeno a las causas de los problemas de salud, centrando la atención en la enfermedad, no en las personas.
Y las redes sociales, a la par de los “smartphones” cautivaron a todas las generaciones. En dos décadas cambiaron la cultura y el comportamiento humano. Dejamos de leer, aprendimos a usar tutoriales y manuales de instrucción. Colocamos en los pabellones auriculares, un dispositivo “bluetooth” para estar conectados al mundo digital. La “playlist” semanal, combinada con dosis de cannabis y un poco de alcohol, nos hizo sentirnos felices y agradecidos. 
Y si algo nos faltaba, dos horas de futbol, 2 o 3 veces por semana, aumentaba el tamaño de la amigdala cerebral y el hipocampo. Un sistema límbico condicionado a la recompensa y el placer. Nada nos hacía falta. Habiamos recuperado el paraíso, a pesar de haber comido la manzana del arbol de la vida. Eramos los nuevos dioses.
Pocos percataron los virus que aparecian en las computadoras. Los antivirus se encargaban de ello. Algunos advirtieron los peligros de la destrucción de la capa de ozono. Otros publicaban uno que otro artículo sobre enfermedades emergentes y re emergentes. Los “nuevos estilos de vida” habían llegado para quedarse.
Se crearon laboratorios de nanotecnología de niveles 3, 4 y 5. Ya no hacían falta extensos ejércitos. Bastaba un misil con un mínimo daño colateral. Se diseñaron armas biológicas en lugar de las obsoletas armas nucleares. Se produjeron algunas invasiones experimentales en Irak, Libia, Afganistan. El 11S justificada todo.
La guerra comercial oriente – occidente fue el primer aviso. Huawei lanzó la tecnología 5G. Occidente bloqueó la iniciativa. Se enviaron sofisticados satélites al espacio. Los GPS permitieron controlar y dirigir a los Sapiens a cualquier destino. Las cámaras en los dispositivos electrónicos, permitieron crear una mega sala de vigilancia global. El escenario estaba preparado.
Así llegamos al 1 de diciembre del 2019, y mientras billones preparaban sus fiestas de navidad, un pequeño virus ARN monocatenario positivo habia sido trasladado de la zoología a la biologia humana, en una mega ciudad llamada Wuhan. Bastaron tres meses para declarar la pandemia.
Los 76,000 hinchas del futbol reunidos en Anfield, el pasado 11 de marzo, no se enteraron de la declaracion de la pandemia. Para ese día los 118,000 casos y 4291 fallecidos no parecieron ser tan importantes. La noticia fue el partidado del portero Oblak. El 9 de mayo, dos meses después, contamos 4 millones de casos.

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