CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (No 31)

El día que EEUU retiró su apoyo a la OMS


Hoy, 29 de mayo del 2020, cuando la pandemia se acerca a 6 millones de casos y 370,000 muertes en 188 países, se ha anunciado el retiro de EEUU de la Organización Mundial de la Salud, un hecho sin precedentes, en medio del fragor de la humanidad para contener el impacto del SARS-CoV-2.

Resulta paradójico esta decisión “política”, al ser la primera potencia mundial, y la nación con más casos (1.7 millones) y defunciones (102,000). 

Una evidencia más del verdadero rostro de la pandemia y la dificultad creciente, para desarrollar una estrategia común, dejando en el pasado, la frase “a problemas globales, soluciones globales”. 

Todo lo contrario, la crisis ha permitido darnos cuenta, de las profundas brechas en la desconcertada humanidad. 
¿Asistimos al fin de Naciones Unidas?. 
Nosotros no lo sabemos, ellos, el G8 quizás lo saben. 
Este cronista si puede describir lo que está ocurriendo al día de hoy:

En China y resto de Asia, se han abierto las puertas, tras 60 días de confinamiento, por el brote en Wuhan. Escuelas y centros de trabajo han vuelto gradualmente a la normalidad, manteniendo activo el estricto protocolo de prevención, con la incertidumbre ante un eventual proceso de reinfección.

La culta y anciana Europa, ha iniciado la “desescalada gradual”, con un plan billonario de euros para enfrentar el impacto económico de la “cuarentena”, promoviendo al igual que Asia, estrictas medidas de prevención, sin haber alcanzado niveles de inmunidad natural, con el pronóstico que el virus ha llegado para quedarse.

América Latina, constituye el actual epicentro de la pandemia, un extraño viaje de norte a sur, cuando USA aún se mantiene en alerta máxima, pero ya anunciado la apertura de las grande ciudades. Brasil, México, Perú, Ecuador y Colombia, encabezan las listas de morbi mortalidad, aplicando diversas estrategias, en su mayoría fracasadas. 

Pareciera que no existe una estrategia única, además del costo económico y técnico, que pocos países son capaces de afrontar.

Hasta ahora la solución más factible en términos técnicos, pareciera ser: muestreo a toda la población, cuarentena a todos los casos y contactos, aplicación irrestricta del protocolo de prevención a todos los niveles. Y por la experiencia asiática, uso de datos disponibles en teléfonos móviles, cámaras, GPS y satélites, para el control de la mayoría de la población. Una especie de “policía sanitaria”.

La política pública, también debe tomar en cuenta los costes económicos, para aliviar los temas relativos al desempleo, abastecimiento de productos y bienes esenciales, cuestiones que necesariamente implican, una amplia y novedosa cooperación intersectorial e internacional. En las actuales circunstancias, se trata de un escenario poco factible.

En medio de esta tragedia, se ha conocido el nombre de George Floyd, un hombre de raza negra de 46 años, asesinado por un policía, quien le puso la rodilla sobre el cuello, hasta asfixiarlo. “No puedo respirar”, fueron sus últimas palabras. El hecho se produjo durante los disturbios en Minneapolis, un crimen más, en una sociedad aún intolerante con los humanos de raza negra.

Ya lo habían mencionado los sociólogos, la actual pandemia, ha exacerbado la xenofobia, el llamado nacionalismo blanco, la discriminación y nuevas formas de segregración y fragmentación en la raza humana.

¿Qué seguirá después? Quizá solo ellos, lo saben. 

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