CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (No 37)

Las intermitencias de la vida y de la muerte

José Saramago, uno de los escritores preferidos de este cronista, compartió una historia donde las personas dejan de morir. El tiempo continua, pero nadie muere. Por tanto, el destino de los humanos, será una vejez eterna. Como analiza  mi amigo Vicente: "Las casas de los ciudadanos normales, se llenan de ancianos y enfermos que se quedan como una carga a la que la gente empieza a no querer mantener. Aparecen mafias para sacar ventaja del asunto, el gobierno tiene que tomar medidas excepcionales para paliar estas cargas y las religiones tiemblan al derrumbarse los pilares sobres los que tenían construidas sus doctrinas". La muerte siempre ha sido un tema para reflexionar, sobre el sentido de la vida.

Hoy que las neuronas de trabajo están localizadas en la muerte y sobre todo en los muertos, valdría la pena releer a Saramago, aunque sea para sobre llevar la cuarentena.

Otro venerado escritor, Jorge Luis Borges, escribió "El Inmortal", una historia fascinante sobre la "fuente de la eterna juventud" y sus nefastas consecuencias (aunque a primera vista, nadie desea morirse, pero tampoco vivir eternamente)

Hoy 09.06.2020, este cronista ha encontrado que 7.2 millones y 408,000 han muerto por el SARS-CoV-2, y seguiremos contando. Y siguen llegando al móvil noticias sobre alguna persona, conocida o familiar, que recién ha fallecido. Y no deja de sorprenderme el impacto de la muerte, en contraste con el valor de la vida.

Mi oficio de psicoterapeuta me ha permitido acercarme de primera mano, a las intermitencias de la vida, de nosotros, como especie humana, tantas y tantas inconsistencias para no ser feliz, ni disfrutar de la aventura de la vida. O quizás no es así?

Qué es más importante que la vida? Porque la muerte atormenta tanto a los humanos?

He procurado buscar definiciones que ayuden a comprender estas paradojas. La vida es entendida como "la capacidad de administrar los recursos internos de un ser físico de forma adaptada a los cambios producidos en su medio, sin que exista una correspondencia directa de causa y efecto, entre el ser que administra los recursos y el cambio introducido en el medio por ese ser, sino una asíntota de aproximación al ideal establecido por dicho ser, ideal que nunca llega a su consecución completa por la dinámica del medio". Una definición difícil para ser comprendida por este cronista. Otras simplifican el tema, proponiendo es un estado intermedio entre el nacimiento y la muerte. Tampoco parece una definición que satisfaga y reúna todos los requisitos de "algo" tan complejo, como es la vida.

Básicamente, los seres "vivos", pensamos, actuamos, reaccionamos a estímulos, disponemos de mecanismos para adaptarnos y funcionar, al menos a partir de determinada edad. Somos producto de la unión de cromosomas, un enjambre billonario de células, sustancias químicas y eléctricas, capaces de enviar equipos sofisticados al sol o a los "agujeros negros", pero también responsables de tortura, asesinatos, venta de órganos, pedofilia, prostitución infantil, destrucción de la naturaleza y la creación.

La actual pandemia es quizás un ritual de la naturaleza para que aprendamos a valorar la vida, o para comprender la fragilidad y el riesgo inherente de morir. Quizás los Sapiens del 2050 tengan las respuestas, o nuevas preguntas. 









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