Nueve Millones de Casos (Crónica No 41)

El año de la pandemia

Cuando en diciembre del 2019, desde Wuhan empezaron a llegar las noticias de los afectados por el nuevo coronavirus, la mayor parte de humanos, este cronista incluido, no imaginábamos siquiera la magnitud de lo que viviríamos durante el 2020, cuando en el mes de junio, estamos llegando a nueve millones de casos y medio millón de fallecidos, con una letalidad de 5,22%.

Seis meses después, el planeta poco a poco vuelve a la normalidad, China y Europa lo han hecho primero, y en el viejo continente se ha celebrado, emulando la victoria sobre el fascismo al terminar la segunda guerra mundial, con banderas, cánticos y aplaudiendo al personal sanitario, los héroes de la pandemia.



Los niños están regresando a los parques, las plazas han recuperado a los humanos ausentes por las cuarentenas, los estadios de futbol han sido reabiertos, pero aún sin hinchas. Y algunos templos han comenzado a celebrar misas por los fallecidos. La vida ha empezado a recuperar su normalidad, aunque en EEUU y America Latina, aún no salen del pico de la pandemia.

La gran potencia del norte cuenta mas de dos millones de enfermos y 120 mil fallecidos, mientras el gigante de America del Sur, Brasil, suma un millón de casos y mas de 50 mil fallecidos "oficialmente" por el SARS-CoV-2. 

Un año trágico, en todos los sentidos, pues ademas de los enfermos y fallecidos, millones de empleos han sido eliminados, y el Impacto económico de la pandemia, como las réplicas de un terremoto, apenas empiezan a sentirse. No sabemos si el hambre y la pobreza asociado a los daños colaterales de la pandemia, matarán más que el Covid 19, se ha dicho.

Y mientras los sistemas de salud centran sus esfuerzos ante el nuevo virus, el resto de las enfermedades, como perritos con hambre, cerca de una mesa con alimentos, esperan para hacerse notar. Enfermedades emergentes y re emergentes, ademas de las nosocomiales, han dejado y seguirán dejando sus huellas, en hospitales y hogares.

Algunos hablan del "final de los tiempos", otros de una respuesta defensiva de la naturaleza, ante la barbarie del daño ambiental y los depredadores humanos, y otros de la "santa ira de Dios". Este cronista quiere pensar que se trata de un ejercicio preparatorio a escala planetaria, para que los sobrevivientes, aprendamos las lecciones de esta crónica de muerte inesperada.

La vida tiene leyes, la naturaleza también. Hay leyes naturales, humanas y divinas. La pandemia es real y debemos cuidarnos al máximo, dicen algunos.Otros piensan que se trata de una conspiración para disminuir la poblaron de ancianos y pacientes descompensados. En todo caso, poco podemos hacer. Y los que hemos sobrevivido, hasta ahora, procuramos usar mascarillas e incrementar al máximo las medidas de prevención, para disminuir las posibilidades de contagio. Pero nadie crees saber, quien sera el próximo enfermo o muerto.

Prevalece el temor, las oraciones y las despedidas. Este cronista procura evadir el temor, a costa del insomnio recurrente, escribir y seguir trabajando, "ayudando a recuperar, en la medida de la posible, la calma, y las actitudes resilientes". Parafrasenado a DH Lawrence, la vida, debe seguir, aunque el cielo caiga sobre nosotros.







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