CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (2a parte)

El Horror en las megaciudades del s XXI


Tras 7,000 años de existencia, el Homo Sapiens Sapiens se enorgullecía de muchas cosas, sobre todo de sus megaciudades, gigantescas, relucientes, imponentes como palacios. Los hombres y mujeres de todas las edades, exhibían los teléfonos inteligentes de última generación; en las casas los robots empezaron a realizar oficios domésticos; los televisores, también inteligentes, permitían seleccionar lo que el sapiens queria ver o escuchar; los autos se detenían, por medio de sensores, sin necesidad de frenos. La expectativa de vida, cada vez era mayor; se habia descifrado el código genético; había enviado sondas al sol y a los agujeros negros; las compras se hacian “en línea”; mientras a la par de la opulencia y la post modernidad sin fin, seguían semiocultas las favelas y asentamientos. El 15% de la humanidad sobre tenía lo que quisiera, desde pagar vacaciones en el espacio, hasta comprar un auto hecho a la medida; mientras el 85% debía trabajar 10 a 12 horas para vivir o sobrevivir, como en los inicios del s XIX.

Nadie queria ver el hambre, ni el dolor, ni el sufrimiento, ni la muerte. Las tragedias humanas eran invisibles en los titulares de los poderosos medios de comunicación; nadie quería hablar de la esclavitud sexual, el tráfico de personas, la venta de órganos, el abuso a menores; nadie quería sentirse expuesto a nada ni a nadie. Reinaba el hedonismo y el relativismo (haz lo que quieras, disfruta, no hay límites, ni ley, ni Dios).

Wuhan, con 11 millones de personas, fue la primera megaciudad, donde apareció el horror de la pandemia. Del 1 al 20 de diciembre se reportaron 60 casos de una neumonia atípica, el 30 de diciembre se lanzó la alerta sanitaria, la primera muerte ocurrió el 9 de enero y se detectó el nuevo coronavirus. El 13 de enero apareció el primer caso en Tailandia, el 16 en Japón, el 24 en Francia. Para el 30 de enero se habian reportado 10,000 casos y 300 muertes. El 14 de febrero el virus llego a Egipto, el 26 a Brasil. El 11 de marzo fue declarada la pandemia por la Organización Mundial de la Salud, tras más de 100,00 casos en 100 países y 4291 muertes.

Poco a poco las megaciudades y las grandes potencias, observaron con incredulidad y miedo el crecimiento de la pandemia: New York, Madrid, Londres. Para inicios de abril la cifra de infestados superó el millon y medio de personas, con 96,000 fallecidos, sobre todo en EEUU, España, Italia, Alemania, Francia, China, Iran, Reino Unido, Bélgica, Holanda.

Hipócrates, nacido hace 2500 años, fue releido y las principales decisiones para el control de la pandemia, fueron el lavado de manos, la higiene y el control del sistema inmunológico. De repente millones de personas salieron a la calle con mascarillas en el rostro y guantes en las manos, el alcohol con glicerina se agotó en unos pocos días, las tiendas fueron colmadas por “compradores de pánico”, en EEUU se agotó el papel del baño. 

Los gobiernos proclamaron el estado de sitio, el toque de queda, se prohibió la circulación de autos y personas, las fronteras fueron cerradas, las aerolíneas dejaron de surcar los aires, se ordenó el cierre de todos los negocios, excepto farmacias y supermercados. 
Fue proclamada la “distancia social” de 1 a 2 metros, se orientó la cuarentena, la consigna mundial fue “quédate en casa”, los colegios fueron cerrados, los trabajadores fueron enviados a sus hogares “a cuenta de vacaciones”. Las grandes avenidas quedaron vacías, el planeta guardó silencio, sin dar crédito a lo que observaba en la pantalla del televisor o del teléfono inteligente: ya no quedaban ataúdes, los cementerios estaban llenos, en Guayaquil los cadáveres estaban en las calles, en Lombardía los muertos llegaron a 10,000.

El siglo XXI, no lograba comprender todo lo que estaba ocurriendo. Surgió el recelo, la especulación, el clientelismo político, a la par de la ansiedad, la depresión y el miedo. El primer ministro de Italia, con lágrimas en los ojos, dijo ante un mundo incrédulo: “esta es la hora más oscura que he vivido, peor que la segunda guerra mundial, y quizas lo más difícil, aún está por venir”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Un hombre con corazón de niño”

A Mauricio Abdalah

La experiencia de la carcel, la tortura y el dolor.