CRÓNICA DE UNA PANDEMIA

1 de diciembre de 2019: Un domingo inolvidable


Los domingos suelen ser dias especiales, tiempo de descanso, ocio, relax, tranquilidad, silencio, amor conyugal. Las personas devotas asisten al templo; los comerciantes preparan sus negocios; los niños duermen un poco más, sin la presión de los deberes escolares; los ancianos siguen sus rutinas habituales; los jóvenes salen de paseo; las parejas aprovechan para prolongar los abrazos; en fin, el domingo suele ser un dia especial. Pocos, aún los de una gran imaginación, visualizaban los trágicos acontecimientos que estaban por ocurrir en los días subsecuentes. 

Pocos o casi nadie, ni los adivinos, hacedores de horóscopos  videntes o soñadores, postearon en sus redes sociales, la pandemia que llegaria a todos los rincones del planeta, para cambiar en buena medida, el rumbo de la historia del habitante del s XXI.

Palabras como pandemia, epidemiología, sistema de salud, virología, morbilidad, mortalidad, signos, sintomas, etc, eran conocidos solo por el personal sanitario. La mayoria disfutábamos de la tecnología, el teléfono inteligente, el video juego, el chat, la video llamada. Salíamos a la calle a hacer cualquier cosa, las plazas y centros comerciales estaban llenos, íbamos a ver la pelicula de moda, disfrutábamos del fútbol o del deporte preferido, los mercados estaban abarrotados de clientes, saliamos de paseo en familia, los amantes llenaban los moteles, las playas y montañas eran visitadas por turistas con sus cámaras y sonrisas, los bares y restaurantes llenaban sus mesas con carnes, mariscos y cervezas. El mundo giraba cada 24 horas, y desde un polo a otro, la vida proseguia en su aparente normalidad.

Era el primer domingo de adviento, que anunciaba el nacimiento del pequeño Niño Jesús, los regalos en familia, la cercania de las vacaciones de fin de año, tiempo para contar en el calendario, los dias para descansar, despues de 11 meses de duro trabajo, venturas y desventuras, amores y desamores; el clima mejoraba, el calor del trópico huía de los aposentos, y la magia de la navidad, se levantaba poco a poco.

Ese dia, en medio del bullicio silencioso de 7,500 millones de personas, en un concurrido y popular mercado de una gran ciudad del centro de China, estaba ocurriendo un hecho singular: un pequeño virus menor de 0,5 micras de diametro (algún dia sabremos su tamaño real), se habia trasladado de algún animal (¿murciélago?) a una persona (una presunta zoonosis), comenzando un brote de 27 personas enfermas reportadas a finales de diciembre.

Posiblemente nadie en esa ciudad, imaginó que ese brote, llegaria a convertirse en una pandemia que afectaria a millones de personas, mataria a cientos de miles y cambiaria, para bien o para mal, todos nuestros paradigmas y envolveria al planeta en una larga noche de terror, caos e incertidumbre. Este relato trata de preservar para las futuras generaciones, una breve crónica sobre esta epidemia globalizada.

El relato, como todo escrito, suele estar sesgado por la pluma del cronista, de manera que asumiendo el error, trataré de apegarme a los hechos. He leido mucho, he investigado, soy médico, no soy un escritor, y haré lo que esté a mi alcance para trasladar al lector del 2050, un panorama de lo vivido, observado y experimentado tras los trágicos sucesos, alrededor del Covid19.

No se trata de una crónica médica, sino de una crónica humana, centrada en las emociones, actitudes, sentimientos, hechos, desde el 1 de diciembre del 2019, hasta el dia o noche de hoy. Mi única expectativa es que aprendamos algo, tras esta terrible situación. Hasta hoy, varios meses después, ni siquiera hemos aprendido a lavarnos las manos.   

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