CRÓNICA DE UNA PANDEMIA (5ª parte)

Una pandemia sin Dios

Uno de los principales logros de la postmodernidad del S XXI, es haber relegado la figura de Dios. La pandemia quizás ha dado el tiro de gracia. Ya solo quedan vestigios en la actitud de los abuelos y algunos, muy pocos padres y madres, que creen, adoran, esperan y aman.

Las grandes religiones divididas, las pocas religiones monoteistas separadas, los ateos y agnósticos en la incredulidad e ironía de siempre. Ya no solo somos racionalistas y empiristas. Surgió una nueva religión: redes sociales, hinchas del deporte, fans de celebridades, devotos del “streaming”, amantes del “smartphone”, “smartTV”, y todas las “maravillas” de la cibernética, la inteligencia artificial.

Desde el 1 de diciembre hasta los primeros dias de abril, cuando el mundo cuenta 1,674,00 muertos y 104,00 fallecidos, han sido 4 meses de horror, y ¿Dios qué?. Muchos piensan en la “ira de Dios”, otros en el “castigo de Dios”, y pocos, muy pocos en que todo esto no ha sido más que la consecuencia del daño a la creación y a la naturaleza: destrucción de los ecosistemas, especies animales, capa de ozono, guerras de baja intensidad, muros y trincheras contra los inmigrantes, etnocentrismos de cualquier tipo, el hombre, nuevamente, lobo del hombre y el gran depredador. ¿Y Dios?, Bienm gracias.

Los templos cerrados, los sacerdotes, pastores, rabinos, obispos y “apóstoles” (no todos), en aislamiento social. ¿Cómo estarán los corazones?. Los creyentes queremos pensar que aún persiste la fe, la esperanza y la caridad, al menos en algunos miembros de cada familia. Los ateos y agnósticos, se frotan las manos, por fin hemos eliminado esta ilusión humana, Dios no existe. Ya veremos todo lo que aún tiene que pasar. Querramos o no. Creamos o no.

Como sobreviviente, aún de esta pandemia, he logrado ver (en una minoría), la confianza en Dios y la certeza en la vida eterna. No sé que dirán los que lean esta crónica en el 2050, pero las preguntas de siempre, seguirán en las conciencias de las actuales y futuras generaciones: ¿La vida es fruto del azar o es obra de Dios?, ¿Dios existe o es creación de la ignorancia del hombre?, ¿Hay un poder superior, o el poder proviene del hombre?

Cada quién decide, tenemos libertad para creer, pensar, actuar. El misterio de la libertad humana, el libre albedrío, la hermosa libertad de los hijos de Dios. Y en ese contexto propongo ubicar esta y las futuras pandemias. ¿Las quieres vivir en soledad, o con la presencia de Dios en tu vida? Tú decides, tú eliges. Yo, como hombre del S XXI, decido vivirla con el Creador. Es mi elección y mi decisión.

Pienso en miles de personas que han muerto sin acompañamiento espiritual, sin siquiera haberse despedido de sus seres queridos. Pienso en la incertidumbre del aquí y ahora (aún estamos vivos) y la incertidumbre de la vida eterna. Y reafirmo mi elección de fe, tanto en el presente, por muy caótico y oscuro que sea la vida actual, como lo que vendrá después de la muerte.

En esta y otras pandemias, muchos depositan toda su confianza en la ciencia, y está bien disponer los recursos que la ciencia humana tiene a su alcance, pero tal y como hemos visto estos 4 meses, la ciencia no ha sido suficiente. 
El primer mundo con todos los recursos del s XXI a su alcance, no ha sido suficiente. Podremos esgrimir muchos argumentos, todos serán validos, pero a lo largo de la historia, los humanos hemos tenido a Dios, caminando a nuestro lado. Ha sido un Éxodo de miles de años, con muchas plagas, pestes, desiertos, sombras, oscuridad, dolor y muerte. Y Él sigue ahí, con un corazón de padre y de madre, a nuestro lado.

Termino esta página con la noticia que al menos 15 estados de EEUU, han autorizado en medio de la cuarentena, asistir al templo; me conmueve ver sacerdotes confesando, mientras el penitente estaciona su auto; religiosos y religiosas aún en hospitales, asistiendo en lo que pueden, en medio del horror de la pandemia. Creo en la bondad del ser humano, y creo en Dios. 

Espero que la generación del 2050 mantenga encendida la llama del divino amor. Mientras seguimos cumpliendo el protocolo de prevención de la OMS, y seguimos contando los casos y muertos, no dejemos de rezar

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